El inicio del juego lésbico
Había un club privado en el centro de la ciudad, conocido sólo por unos pocos elegidos. Su encanto radicaba en su discreción y su promesa de libertad sin límites. Aquella noche, el club bullía de expectación. Cuando llegó la primera de las chicas, el corazón de muchos pajilleros dio un vuelco. Se trataba de una preciosa rubia con un impresionante coño bien depilado que decidió prepararse de inmediato para recibir a los visitantes. Comenzó a acariciarse lentamente y luego a masturbarse, lo que fue advertido por otra de las chicas. La morena, que había venido a follar en sus ratos libres, se dejó arrastrar por el juego lésbico. Y no sólo eso...